sábado, 23 de enero de 2010

II: 2/2

A la mañana siguiente, me desperté con un ahogado grito que dio Hayden. Asustado, corrí a ver lo que pasaba. Lo que no me esperaba definitivamente era que él se asombrara, frente a la propia nevera, de ver uno de esos Smoothies que promociona Dunkin’ Donuts, nada más que estaban en un pulcro jarro y eran caseros. Al parecer, la mezcla de yogur, jugo natural de fruta y hielo lo volvía loco. Como dije, todo un misterio.
—Siempre me habían hablado de él en casa, pero nunca pensé en mi vida que lo vería, y mucho menos que lo probaría. Estaría quebrantando a lo menos dos reglas, pero… AAAAaaaaaaaa
— ¿Quebrantando? —Interrumpió Adrien— ¿Ahora hay reglas sobre la forma de cómo tienes que comer? –Dijo riendo, al ver incredulidad en el rostro de Hayden- No sé si a ti te dé la misma impresión que a mí, pero me parece, siendo honesto, un poco chocante que siempre te rehúses a comer alguno de los bocadillos que con Miguel Ángel preparamos. Sé que no son una grasienta y calórica BigMac, o un elegante y suculento platillo de Nick Stellino, pero al menos es comida, ¿no? Digo —frunció el ceño, mordazmente— ni que te fueras a enfermar con un panecillo hecho en casa por un simple mortal
Lo que no me esperé es que en todo el tiempo que nos conocemos. Hayden me taladrara con sus borrascosas orbes grises, tal como él hizo hace un tiempo cuando el entonces matón de la escuela, y ahora supremo dictador de la glotonería, Matthew Stevens, intentó darme una paliza. Solamente que esta vez sí dolía. Él no era el salvador de un pusilánime fracasado, ni yo era un matón obeso. Se trataba de mi mejor amigo, que intentaba ocultarme algún secreto que estaba seguro, no debía ser revelado. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
—La verdad es que no, no debería comer eso —señaló el platinado, elegantemente. Ni tampoco una de esas repulsivas delicias denominadas BigMac, y mucho menos, una prosaica cena de ese chef italiano. Hacen mal para mi digestión. Pero sí creo que eso que ustedes llaman “Smoothie” es el manjar de los dioses.
Y mencionado eso, se sirvió en una copa y bebió un sorbo maravillado. Luego de eso, siguieron uno tras otro hasta que finalmente, la jarra quedó vacía.
—Lo siento, pero… —miró la copa, incrédulo— hay algo que no me encaja —encaró a Hayden juiciosamente— ¿”Ustedes”? ¿Te refieres con “ustedes” a Miguel Ángel y a mí? Ó ¿A mí y al resto de los seres humanos?

Hayden sonrío burlonamente, mientras con el rabillo del ojo lo observaba.
—Con “ustedes” no me refiero solamente a ti, Adrien, sino al resto en general. Realmente eres un poco lento para entender todo esto, ¿no? —Expresó hastiado—
— ¿Entender qué? Realmente esto me parece extraño, y llevo años pensándolo. Así que no creas que es una locura temporal o uno de mis habituales ataques. Que nos trates de “ustedes” como si no sé —tornó los ojos, tratando de buscar sentido a todo lo que estaba diciendo— hablaras de una raza inferior, me parece absolutamente frustrante. Somos humanos. No unos superhéroes como “Batman” ó “El hombre araña”, aunque debo admitir que sí tengo ciertos rasgos de Peter Parker, pero más allá de eso, de “rasgos”, no. Y creo que tú bordeas constantemente la línea entre realidad y ficción.
Rápidamente, Hayden me tomó del brazo bruscamente y se dedicó a observar mi rostro y luego el cuello. Sonrió débilmente.
—Que sea tu mejor amigo no significa que deje que actúes conmigo de manera incivil. Y créeme —hizo el agarre del brazo más doloroso, mientras su expresión se tornaba cruel y desafiante— que cuando yo trato a alguien de inferior es porque lo es. Más aún, sé que no soy una clase de superhéroe, pero sí creo que represento la antítesis de lo que ellos son. Así que no me cuestiones, ¿vale?

Poco a poco fue soltando el asga del brazo, y dirigió su mirada hacia la ventana. Estaba lloviendo.

—Saldré a tomar un poco de aire fresco —agregó Hayden, frenético. No me esperes para la cena.

Tomó su bolso, más costumbre que por necesidad, me dirigió una gélida mirada y abandonó el piso de manera brusca y hostil. ¿Qué habrá sido todo eso? Primera vez que casi se le va de las manos el liarse a golpes con el platinado. Y primera vez que sintió miedo al mirarlo y al enfrentarlo, como si una fuerza superior y arrolladora lo amenazara con aplastarle si lograba tocarle un pelo.

II: 1/2

Le resultaba imposible no mirar con repulsión a aquel hombre que se hacía llamar su padre. Nunca se había hecho cargo de él, mucho menos respondió a las súplicas que él hacía cuando su madre enfermó. Ni las lágrimas que derramó, ni el sudor de las arduas jornadas de trabajo o la sangre que derramaba cuando golpeaba con violencia la deslavada pared del piso que compartía con su madre, lograron algún efecto en él. Por eso no entendía el porqué ahora, el día del juicio por su custodia, estaba luchando contra las personas que sí se habían esmerado en que tuviese algo parecido a un hogar, aún con la ausencia de su madre. Y para peor, aún cuando siempre había deseado el estar con su padre, estaba temiendo. Tenía un mal presentimiento sobre todo esto.
Indudablemente, anhelaba poder hacer como el irresponsable de Hayden, su mejor amigo, bebiendo ron en un desastroso y nauseabundo bar hasta que le diese la gana, y perderse tal como hacía él, en un mundo ajeno donde su madre, una arpía caza fortunas, no le importara un huevo lo que hiciera su hijo, o su padrastro de turno tratara inútilmente de deshacerse de él a fuerza de gritos y amenazas. Pero él no podía. No por nada se le confería el título de “San Adrien”, concedido por Demian, su compañero de instituto, que siempre le acusaba de ser un jodido y desagradable mártir. Toda una reputación.
—Hey “San Adrien” —dijo Hayden despectivamente, a modo de broma—, ya no me vengas con esa cara, que es la cuarta y última vez que te lo aguanto. Comprendo que tu padre sea un completo hijo de puta que nunca en su vida asumió tu paternidad, y que hayas pasado de mano en mano como el papel higiénico después de la muerte de tu excéntrica madre. Y no me mires con esa cara —sonrió burlonamente al ver la irritación casi impresa en la frente de Adrien— que ella sí estaba loca como una cabra; de novio en novio, de trabajo en trabajo, y de derroche a malversación de cupones que le otorgaba el Estado para comida y educación, en ropa elegante y totalmente inasequible. Pero lo que sí no puedo aguantar—agregó, ampliando aún más la sonrisa—es que me vengas con tu complejo de mártir, que dando pena por aquí y por allá. Madura y deja de actuar como un niño hambriento y necesitado del África, por amor a Dios —tornó sus ojos tal como hacía Demian en el instituto.
Hayden era un total misterio para él. Pese a que lo conocía casi desde que tiene uso de razón, siempre había una especie de barrera entre ellos, que le decía a gritos que él sabía más de lo que un mejor amigo podía conocer sobre él. Pese a todo, su amabilidad e incondicional lealtad habían hecho que poco a poco, con el paso de los años, se fuese debilitando aquel sentimiento que siempre le mortificaba.
—En algo te equivocas —rió al ver confusión en el rostro de su mejor amigo. Mi padre no es un hijo de puta, sino un auténtico y grandísimo hijo de puta. No sé con qué clase de cojones viene al juicio, creyendo infructuosamente que le darán la tuición en un abrir y cerrar de ojos.
—Que no te extrañe. Debe ser algún efecto del LCD o el éxtasis –guiñó un ojo Hayden. Nunca sabrás qué clase de drogo tendrás de padre hasta que lo tengas. Definitivamente, Hayden sí que era un misterio, más aún con ese aspecto de lo más surrealista, que pese a que Hayden lo detestara a cabalidad, su fino cabello platinado y sus grandes y tormentosos ojos grises resultaban ser el blanco de varias y graciosas, pero libidinosas miradas.
—Chicos, siento interrumpir —dijo Miguel Ángel, su actual tutor— pero creo que ya es hora de ir a cenar. Si hay un cambio en el curso del juicio les informare, ¿Vale? —sonrió amargamente.
Se sabía que la última voluntad de su madre, según lo que comentaban, era prohibir que su hijo estuviese con su padre. Y más sabía que uno de los más acérrimos de esta teoría era Miguel Ángel, el mejor amigo de su fallecida madre, quien por cierto, era cinco años menor. Un completo inmaduro de tan sólo veintisiete años, que no tenía idea alguna sobre crianza en adolescentes, pero que contra todo pronóstico, accedió gustoso el cuidar amablemente de él.
—No te preocupes, querubín —le sonrió Hayden, aún cuando la sorpresa en el rostro de Miguel Ángel fuese en aumento—. Adrien estará en buenas manos.
Dicho esto, tomó su bolso y me hizo una señal para que nos largáramos. Con un escueto abrazo y una promesa de que mañana tendríamos noticias sobre el caso, por parte del mayor, abandonamos el tribunal.

I.

Epílogo

El ver unas alas completamente desteñidas, y tejidas del más profundo sentimiento de rencor, junto con esa mirada oscura, casi vacía, de penetrante odio; viniendo de él, su mejor amigo, no se lo podía tragar. Menos aún si en esa misma sala mugrienta, deshabitada, húmeda y revuelta de textos y fotografías cargadas de una emoción que sólo podían envolver a él; se encontraba el mismísimo Arcángel Miguel. Quería vomitar, quería gritar, quería llorar. Por una vez no quería ser el héroe. Por una vez… quería ser un joven más.

“…Si das un paso más, te juro que te las cortaré. A ver si tienes los cojones, imbécil vociferó con impaciencia

Mocoso desvergonzado, mira que te lo diré una vez más –sonrió, mordaz- si me das a la nenita, obtendrás gloria y fama; serás reconocido entre los tuyos y volverás –haciendo especial énfasis- a ser aceptado por tus padres. No tendrás que vivir una vida llena de miseria, hambre y sencillez, algo que alguien de nuestra raza no puede permitir… -volviéndole la mirada, estoico- ni tampoco aceptar.

¡Y a mí me importa una mierda lo que tú, mis padres o “tu entorno” considere aceptable! Sonrió de vuelta, incisivo Si yo quiero a la nenita, será mía. Y ni tú ni nadie me lo va a impedir. A menos de que… sus ojos se tornaron blancos por un instante, cargados de terror

…A menos de que a ti te las corte, por tener tú los cojones como para decirme qué he de hacer, maldito andrajoso hijo de puta…

La diplomacia Terció una voz cándida y elegante es nuestra mejor aliada, y en momentos como crisis, como claramente es este, deberíamos…

¡Maldito cabrón! ¿Qué no has visto que nadie se entiende a vocecitas mariconas y asquerosamente cargadas de suavidad? Por poco me provocas un coma diabético. Y con tu puta diplomacia…

Aún cuando en tu mundo no seas parte del decoro, la cortesía y los modales Se interpuso el de la voz lanosa y más sobre todo, seas la encarnación del libertinaje, el desenfreno y la vulgaridad, debo pedir que…

A la mierda con tu discurso Inquirió con brusquedad. Quiero al mocoso de Adrien Gresham ¡Y lo quiero ahora!”

Y justo en ese momento un destello de luz inundó la sala, junto con tres voces que vociferaban alarmantes conjuros.
Intentó huir, aún cuando el olor del óxido y la sal inundaran sus fosas nasales, provocando ciertos vahídos
. O al menos en eso estaba, cuando se desplomó ante tres pasmados espectadores.


Who the hell is her... the begin

Bueno, he ahí una de mis tantas locuras y respuestas a ciertas presiones de ciertas personas. No sé la verdad si soy "buena escritora", quizás sí "escritora", pues como bien define la RAE escritor (o en este caso, escritora) es "persona que escribe" (too obvious, no?), pero el "buena, creo que hay que dejarlo a mención del público (el que sé no será mucho, pero con que lea uno lo que yo hago, me hace inmensamente feliz). Eso sí, considero para orgullo y satisfacción personal (soy un poco ególatra... bueno, bastante xD) que soy de rendimiento aceptable en cuanto a la ortografía y la redacción, un logro supremo en estos tiempos donde rondan los horrores ortográficos gracias a ciertos aparatos tecnológicos.
En fin, creo que lo lógico sería decir lo común: nombre, edad, hobbies... Bueno, he aquí una de las cosas esperadas. Me llamo Javiera, tengo 18 años, y por sobre todo, me gusta (me encanta, me electriza y por cierto, me inyecta de adrenalina el hacerlo) escribir. Desde los quince que me dedico a hacerlo, a un paso casi de publicar una novela policial, pero como se perdió, creí que no era tan apropiado con el paso de los años y bla bla bla, no se concretó. Pero sí he decidido, después de tres años, retomar el rumbo de la escritura y concretar otro proyecto en mente que tengo desde los dieciséis y que me ha atormentado durante estos años (y que a diferencia de la otra, es totalmente de fantasía). Y por ello este blog cumplirá con la función de actualizar dicha historia. Quizás me demore en actualizar (y siendo extremista, quizás en meses no lo haga por estudios), pero no me rendiré tan fácilmente.
Volviendo al grano, aparte de escribir, me gusta ver televisión (totalmente una couch potato), especialmente las series que emiten el CW, el E! (ahí sólo cuentan los reality xD), el Universal (sólo veo a House en ese canal), y los reportajes que transmite el travel & living. Así como también dibujar (pero es un pasatiempo que tengo inactivo desde los diecisiete, aún así, me gusta mucho) y ver un poco de animé (básicamente los clásicos: Rurouni Kenshin, CCS, Sailor Moon...).

De personalidad más bien me considero difícil. Soy antisocial, y no me molesta admitirlo. No me gusta estar rodeada de gente. Y tampoco parezco ser alguien afable (o probablemente lo sea con mis amigas pero, siendo honesta, jamás he pensado en consultarles). Me considero bastante seria, y por encima de todo, peleadora. Asimismo, resulto un poco malvada para ciertas personas (soy cruel sin darme ni cuenta de ello), e irónica. Pero, como tengo que ver el lado bueno a todo, debo decir a mi favor que soy valiente, honesta y directa. No soy de andar con rodeos, pues cuando algo me molesta, lo digo. Por muy malo o bueno que sea.
De seguro deben estar pensando ahora: "qué tipa más complicada", y sí, no tengo otra opción más que darles la razón. Absolutamente soy una tipa complicada xD.

En resumen, después de este largo monólogo, creo que es hora de poner manos a la obra. Espero les guste mi trabajo.

 
 
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